viernes, 21 de junio de 2013

Aristóteles: biografía, temas contextuales y preguntas sobre las que hacer una comprensión del texto.

ü      2. Aristóteles

El lugar donde Aristóteles trabajaba tenía el nombre de Liceo, un antiguo gimnasio dedicado a Apolo, en Atenas, y en cuyos jardines acostumbraba a pasear mientras “hacia” filosofía con sus discípulos y amigos. De ahí, el nombre de “peripatético” (de peripatein, pasear). Parte de los escritos que nos han quedado eran notas que Aristóteles tomaba y redactaba para esta enseñanza “dialogada”.

Aristóteles era un “meteco”, un ciudadano de origen griego, pero no ateniense, nacido el año 384 a.c. en Estagira. Era hijo de un médico al servicio del rey de macedonia, el abuelo de Alejandro. Cuando tenía diecisiete años fue enviado por su tutor a Atenas y permaneció en la Academia platónica. Cuando murió Platón, se marchó a Asia Menor.

En el año 342 a.c. aceptó una invitación de Filipo para ocuparse de la educación de su hijo adolescente, Alejandro. Junto a Teofrasto (quien continuará su obra), vuelve Aristóteles a Atenas, funda el Liceo y comienza a desarrollar una extraordinaria labor docente e investigadora. A la muerte de Alejandro huyó de Atenas “para que los atenienses no pecasen de nuevo contra la filosofía”. Se refugió en Calcis, y allí murió en el año 322 a.c.



La filosofía de Aristóteles se prolonga en su vigencia gracias a la obra del pensador del siglo XIII Santo Tomás de Aquino.

Son especialmente significativas las influencias que ejerce durante los quince siglos de cultura occidental que siguen a la muerta del filósofo estagirita en los campos de la biología, la cosmología y la física. Aunque para estas dos últimas disciplinas, la “revolución cosmológica” que tendrá lugar entre los siglos XV y XVI, capitaneada por personajes como Copérnico, Kepler y Galileo, supondrá una desautorización científica en toda regla del pensamiento aristotélico.

La teoría del conocimiento de Aristóteles según la cual el conocimiento comienza con los datos que obtenemos mediante nuestros sentidos tendrá gran influencia en el empirismo inglés de autores como John Locke o David Hume.

ü      2.1. Crítica de la doctrina platónica

Partiendo de lo sensible, Aristóteles critica las ideas platónicas. La principal objeción de Aristóteles se refiere a la separación que Platón pone entre las ideas y las cosas. Por eso busca un saber lo suficientemente universal y abstracto y que, al mismo tiempo, esté radicado en las cosas y parta de la experiencia de ellas. Una experiencia que acopla la mirada con el recuerdo, la sensación con la reflexión.

Aristóteles piensa que los conceptos universales han de tener un fundamento en lo real, ya que, cualquier conocimiento de lo universal ha de estar precedido de un conocimiento sensible y no “ideal”. No existe la idea que no haya ido levantándose sobre la realidad de la experiencia, esa mezcla de sensación y memoria.

Aristóteles afirmaba que la esencia (la forma) de un ser se encuentra en el interior de ese ser. La sustancia segunda está en la sustancia primera y solo es separable de esta por el entendimiento. Es una separación lógica, mental, pero no real. Si la esencia de algo existe separada de “ese algo”, entonces es, a su vez, sustancia, y si es sustancia necesita de una esencia, por lo que nos encontramos ante una cadena infinita de sustancias y esencias, lo que es un absurdo.

Intentar explicar el mundo sensible a través del mundo inteligible no tiene sentido ya que es problemática y, además, ahora hay que explicar dos mundos y así la dificultad se duplica.

Las ideas no explican ni el movimiento ni el origen del movimiento porque no son causas motrices ni eficientes.

ü      2.2. El proceso de abstracción frente al acceso dialéctico a las ideas de corte platónico

El conocimiento comienza con los sentidos, que son la facultad de recibir las formas sensibles sin la materia. La imagen particular de ese objeto queda retenida en la memoria. Después el entendimiento agente universaliza esa imagen, que influye sobre el entendimiento paciente, que genera el concepto universal. Posteriormente cuando se contempla un ser de la misma clase se reconoce porque se identifica con lo visto anteriormente.

Afirma Aristóteles que en todos los seres existe un principio de inteligibilidad, algo captable por la inteligencia, que es su forma o especie. La mente debe abstraer ese principio inteligible que se corresponde con su esencia y, por lo tanto, constituye su definición. Es un proceso inductivo y abstractivo que procede desde la experiencia de la sensación hasta la elaboración del concepto universal.

ü      2.3. El tránsito cara al mundo helenístico

Aristóteles, ejerce gran influencia sobre la época posterior a su muerte, llamada la época helenística. En esta época hubo una gran expansión cultural, un cierto cosmolitismo que consiste en vivir en un lugar  con diferentes culturas. Tuvieron gran importancia las matemáticas y las ciencias experimentales y como consecuencia un predominio de la escritura. Se establecieron algunas bibliotecas en algunos palacios de los monarcas helenísticos y también se establecieron centros de investigación que perfeccionan la idea de “comunidad científica”  impulsando así la formación de la biblioteca de Alejandría, que es ejemplo de la nueva concepción del saber y la investigación. Una característica esencial es la pérdida de significación de algunos de los conceptos centrales de la cultura griega anterior y desaparece el empeño por crear concepciones globales del mundo, surgen así nuevas filosofías de carácter práctico, además la tarea del filósofo va a ser distinta. Así pues, se ocuparán en empresas aparentemente más modestas.

ü      2.4. La teoría hylemórfica en el seno de la physis.

En su análisis de la realidad, Aristóteles descubre otra distinción. Hay algo de lo que están hechas las cosas, y una forma que, sin embargo, las distingue. No existe nunca una materia sin forma. El sujeto concreto, la sustancia, es un compuesto de materia y forma (hyle y morphe). La materia es el sustrato de la forma, lo que captamos por los sentidos. La forma constituye lo que cada cosa es.

Aristóteles profundiza en el carácter inseparable de la estructura materia-forma: si se produce una esfera de bronce, no se genera el bronce por un lado y la esfera por otro, sino que lo que se genera es una esfera de bronce. Un compuesto de materia y forma que recibe el nombre de la forma. Por eso predomina la forma sobre la materia, porque es su esencia y su naturaleza, es el principio del movimiento y la transforma en algo determinado.

La materia no existe como pura materia prima en el mundo real, aunque haya que intuir una primera materia indeterminada como fundamento último de todo ser y todo cambio.

ü      2.5. La kínesis  o cambio. Los principios del cambio y 2.6. La teoría causal

La “física” es el saber que pretende explicar el movimiento. Aristóteles define el movimiento como la actualización de lo que está en potencia en cuanto que está en potencia. Todo está en acto, pero simultáneamente tiene un número determinado de potenciales según su naturaleza; cuando estas se están realizando tiene lugar el movimiento y cuando han llegado a la realización plena (entelequia) el movimiento finaliza.

Cualquier sustancia inicia su movimiento porque transforma algo en ella.

Por eso los principios del cambio son tres:

§         La sustancia que va a cambiar.
§         La forma que va a adquirir.
§         La privación de la forma.

Cuando se produce un movimiento, hay una parte que cambia y otra que permanece; el cambio implica la adquisición de una forma que la sustancia no tiene previamente. Ejemplo: una persona morena, no puede ponerse morena.

Hay diversas formas de cambio. En general se puede agrupar en cambio sustancial y cambios accidentales. Aristóteles clasifica el cambio de cuatro maneras:

1.      Cambio sustancial: nace o desaparece una sustancia.
2.      Locativo: Un cambio de lugar en el espacio.
3.      Cualitativo: altera una cualidad por otra en la sustancia.
4.      Cuantitativo: aumentar o disminuir.

Aristóteles, después de explicar qué es el cambio, qué principios lo inician y que tipos hay, procede a explicar por qué hay cambios en la naturaleza. De aquí la teoría de las causas o, lo que es lo mismo, las diferentes explicaciones del movimiento.

Las cuatro causas son:

1.      Material: aquello de lo que algo se hace.
2.      Formal: determina la estructura de la materia.
3.      Eficiente: lo que origina el movimiento y que actúa de una manera causal en él, siendo el agente que lo origina.
4.      Final: la finalidad por la que algo se hace.

La causa más importante de los cambios en la naturaleza es la causa final. La “naturaleza no hace nada en vano”, aunque Aristóteles señala también el azar. Este carácter azaroso hace que la naturaleza no alcance en muchos momentos la finalidad que buscaba.

ü      2.7. Jerarquía de los seres y modos de ser

Aristóteles fue un gran teórico y la Metafísica, el conjunto de escritos donde desarrolla la ciencia del ser. En ellos se habla de los principios de la realidad sensible que, como la materia y la forma, parecen ser estructuras fundamentales de la realidad. Pero es el ser, la esencia, los modos de ser, lo que constituye el argumento central de la obra.

La metafísica se encarga del estudio del ser en cuanto ser y sus atributos esenciales. La metafísica es la “filosofía primera”, el análisis de lo que existe y cómo aparece ante mí.

Predicar algo del ser significa qué categoría se le puede atribuir. Parménides predicaba el ser de forma unívoca, “el Ser es y el no-Ser no es”. Platón lo predicaba de manera equívoca, el mundo sensible constituía un cierto tipo de ser sin existencia plena ya que dependía del mundo de las ideas. Para Aristóteles el ser se predicaba por analogía, existen muchos seres y todos ellos compartes su pertenencia al ser. El ser tiene muchas formas de manifestarse pero todas ellas hacen referencia a una forma primordial: la sustancia.

Un saber sobre la sustancia: el ser está allí donde se da una realidad determinada que captan los sentidos. Existe en sí mismo, individualmente. Las cualidades no son sustancias aunque acompañan y determinan a la sustancia. Son, pues, accidentes que solo se dan en algo que ya es sustancia.

Aristóteles establece, en las sustancias, una interesante distinción:

Sustancia primera: Es aquella que ni se dice de un sujeto ni está en un sujeto. La sustancia primera es el individuo concreto, el sujeto individual que posee accidentes, tiene género y pertenece a una especie determinada. Las sustancias individuales son sustancias por excelencia.

Sustancia segunda: “Se llaman sustancias segundas las especies a las que pertenecen las sustancias llamadas primeras, tanto esas especies como sus géneros.

Aristóteles afirmaba que, en sentido estricto, solo existe el individuo concreto, la sustancia primera que contiene la especie, sustancia segunda, el género y la naturaleza. Solo son separables por el entendimiento.

La sustancia segunda es la esencia del individuo, lo que cada cosa se dice que es por sí misma; su definición, lo que es algo por sí mismo.


ü      2.8. El motor inmóvil

Su teoría del movimiento lleva a Aristóteles a suponer la existencia de un motor inmóvil que mueve sin necesidad de pasar de potencia al acto y sin tener que estar supeditado al cambio, un acto puro.

Aristóteles parece aproximarse, en estos momentos, al platonismo. Las cosas y el mundo aspiran a una continua perfección, a pesar de todas las limitaciones, errores y entorpecimientos.

El motor inmóvil actúa como un horizonte de plenitud al que toda la naturaleza aspira. La teoría de deseo arraigada en la filosofía de Platón y Aristóteles presenta aquí uno de sus momentos supremos. Este motor que no necesita moverse, porque eso supondría que carece de algo hacia lo que se mueve, impulsa el movimiento del mundo “en cuanto que es amado”.

ü      2.9. La idea de ciudadano en Aristóteles y 2.11. La idea de polis y la condición de ciudadano

Las casualidades que Aristóteles estudia en la Ética encuentran su sentido en la Política, ya que es “la más fundamental de todas las ciencias, porque las contiene a todas”. Es fundamental, al ser el hombre, por naturaleza, un “animal político”, o sea, un ser que necesita convivir. Por consiguiente, la política sirve para construir lo mejor posible una vida humana, y esta vida en común surgió para suplir la soledad del hombre, su debilidad y su indefensión.

La ciudad, la polis, es el espacio adecuado en el que el hombre delibera y elige. Los impulsos que nos mueven en el mundo pueden ser “libres”. Esa posibilidad de elegir e inclinarnos deliberadamente al bien plantea la cuestión de que, tal vez, cada uno busca lo que le parece  bien.  Así, la voluntad se determina por bienes aparentes.

La ciudad es, por tanto, un lugar donde el hombre realiza, necesariamente, su vida; donde habla y se comunica. La esencia del hombre se alcanza en ese espacio de comunicación que es la ciudad. La convivencia no tiene lugar solo en un territorio físico, sino en un territorio ideal.

Como Platón, también hace Aristóteles un estudio de los regímenes políticos. Entre ellos destacan la aristocracia, la oligarquía, la democracia y la tiranía.

El mejor de los regímenes posibles consistirá en una mezcla donde se combine lo mejor de cada uno de ellos. Lo mejor de la democracia es la libertad; de la oligarquía la capacidad de crear riqueza; y de la aristocracia, su excelencia, capacidad y cualidades intelectuales, ya que aristocracia quiere decir “el poder y la fuerza de los hombres”.

Tres ideas fundamentales:

  1. La armonía, el bien común.
  2. La autarquía, hace referencia a la independencia y autoestima de la polis. Cuando la ciudad, e incluso el ciudadano, pierde esa independencia que permite vivir y pensar libremente comienza la destrucción. “Llamamos ciudadano al que tiene la posibilidad de participar en las deliberaciones, posee la capacidad para jugar, y, por consiguiente, llamamos ciudad a la unión de ciudadanos capaces también de vivir con autarquía”.
  3. La educación, creando mejores ciudadanos, tarea esencial del Estado. La idea de cultura moral como fundamento de la sociedad debe presidir la educación, la cual facilite el desarrollo de lo natural (physis), cuide de la estructura moral y los verdaderos valores de los jóvenes, y ha de fomentar su inteligencia y capacidad de pensar. Toda ciudad tiene un solo fin, la educación ha de ser una y la misma para todos los ciudadanos, y que el cuidado de ella debe ser cosa de la comunidad y no privada, como lo es en estos tiempo, en que cada uno se cuidado de ella debe ser cosa de la comunidad y no privada, como lo es en estos tiempos, en que cada uno se cuida privadamente de sus propios hijos y les da la instrucción particular que le parece.

ü      2.10. La ética aristotélica: ethos y praxis, el concepto de areté

La felicidad la elegimos por ella misma y nunca por otra cosa. Por otro lado hay tres tipos de bienes: los exteriores, los del cuerpo y los del alma, estos últimos son los más importantes, son los bienes por excelencia.

Aristóteles explica que la felicidad consiste en el ejercicio de la actividad propia del hombre y esta no es ni la vegetativa (propia de las plantas) ni la meramente sensible (que nos igualaría a los animales), sino la intelectual. Por lo tanto el Bien supremo del hombre, su felicidad, se encuentra en la actividad intelectual.
La ética es, por tanto, un saber práctico.

La palabra areté, virtud, significa un modo de ser. Definimos algo como virtuoso porque realiza bien la función que le corresponde.

En cuanto al hombre, podríamos traducir areté como excelencia humana: lo que nos hace mejores en cualquier sentido. La areté o excelencia del hombre es un hábito por el cual el hombre se hace bueno y realiza bien su función propia.

Esta dependencia de la excelencia o virtud de la racionalidad hace que Aristóteles defina la areté como “un modo de ser selectivo, siendo un término medio relativo a nosotros, determinado por la razón y por aquello por lo que decidirá el hombre prudente. Es un medio entre dos vicios, uno por exceso y otros por defecto, variando según la persona. Una vez escogido correctamente el término medio, que es la virtud, se convierte en un extremo en sí mismo porque es lo mejor. En cuanto a las malas acciones no hay un término medio porque es un extremo.

La areté es un hábito, algo que se tiene, que se incorpora a nuestro propio ser.

Sobre todas estas virtudes o excelencias, destaca la justicia. Su fuerza sobre las demás consiste en su perfección, porque quien es justo se proyecta más hacia el otro que hace el mismo. Este planteamiento muestra el sentido de solidariedad, que corresponde esencialmente a la vida humana.

Y esta perfección quiere decir que aquello que sirve para proteger al conjunto de los individuos es más importante que lo que protege a uno de ellos. Por eso la injusticia es el mayor de los males, al desgarrar el tejido social.

Las virtudes dianoéticas se desarrollan en el mundo intelectual y manifiestan la vertiente factorial del ser humano. Su objetivo son, en principio, las cosas necesarias, o sea, aquello que no puede ser de otra manera. Aristóteles distingue tres tipos según las funciones de la inteligencia: la función contemplativa, la función práctica y la función productiva.

La función productiva desarrolla la posibilidad de crear objetos; la prudencia, la posibilidad de idear objetos, de reflexionar sobre el bien y el mal en función de determinados comportamientos. La función práctica hace referencia a lo contingente y cambiante de la vida; la prudencia ayuda a saber elegir bien nuestros actos para dirigir correctamente nuestra vida. Utilizando la prudencia aclaramos el término medio de la acción deliberando acerca de lo que es bueno y malo.

La unión de la ciencia (episteme) y la inteligencia (nous) es la sabiduría (sophía). En estas virtudes intelectivas el alma alcanza su perfección. La sabiduría se ocupa de la contemplación de las verdades inmutables, que están por encima del hombre, por ejemplo del estudio de la metafísica.




No hay comentarios:

Publicar un comentario